jueves, 31 de diciembre de 2009

Espantando los pájaros del Nuevo Año









Mi abuela (que no era tuerta) me decía:

Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!
No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehuye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:
La vida —te lo digo por experiencia— es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!...
La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.
Por eso —aunque me creas completamente chocha— nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.
¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!

sábado, 26 de diciembre de 2009

The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Uno: Everything in its wrong place




-Esta Realidad es una mierda - decía Julia en medio de la aventura- pero la gente me viene a felicitar por lo bien que me veo. Y eso quiere decir que estoy haciendo las cosas MUY bien .




Armanda se sube al 71 como subiendo el telón (sin saberlo). El hombre Tourette se sienta a su lado, y a la velocidad de la luz le pregunta:
-QuéhoraES?
-Las dos de la mañana en punto.

Luego el hombre Tourette grita palabras como "Mami", chifla, se arranca incoherencias de la boca y las pega por una milesima de segundo en el aire denso de la noche que el colectivo interrumpe a cada rato. Freak Show Sres. Funcion Especial: "La noche que matamos al guionista". Baja el telón.

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Dos: Non Smokers die everyday.




El taxi tiene un cartel que prohibe en tres idiomas. NO FUMAR. NO SMOKING. Y el tercero que Armanda no entiende. Pregunta. El taxista la corrige tres veces con la pronunciación, hasta que ella se le muere de risa en la cara.
- ¿Sabés por que te reís?
- Porque soy idiota, señor.
- Mirá, no te hablo más.
- No, digame, que sino ¿como aprendo algo?
- (Casi grita) ES EN GUARANI!.



Julia y Lucresia compran cigarrillos en Avenida Santa Fe, rodeadas de un calor de goma. Las tres Sombrereras esperan detrás, envueltas sus cabezas en bufandas.
Armanda quiere recordar una linea y se traba. Julia la mira, con esa sonrisa macabra de quien tiene buena memoria.
- "Silly Hats ONLY". (Risas)


Cuasimodo y los 40 ladrones cierran el telón.

Capitulo 1

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Tres: Lobo atado, Cordero suelto.





La habitación condensa una humedad inexplicable; Mr. Jackson suena en los altoparlantes con un delay de segundos que se pegan en el cuerpo de todos los presentes. Somos un pastiche de realidad, una alucinación, un espejismo nocturno de ruta al sol quemante de Diciembre.
La nena Boba cruza su brazo por sobre Armanda y toca a Julia. Arranca un diálogo incomprensible. L aboba no tiene idea de a quien se está dirijiendo, por eso la ausencia de miedo. Julia y Armanda desprenden baba de la boca y de la yugular. Un cordero suelto se ata a las fauces de los lobos.

Nena Boba: - ¿Te podés parar por favor? NECESITO ver tu estilo.
Julia: Me duelen los pies.
Nena Boba: - Ah! ¿Estuviste bailando mucho?
Armanda arma un cigarrillo, con impaciencia, con ansiedad. (Con un deseo en el fuero interno, de patearle la cabeza al cordero y comerselo).
Nena boba: ¿Me das un poco?
Armanda: No es un porro. (Se lo alcanza... como miel para moscas se lo pone entre los dedos).

La nena Boba piensa que su vestido no vale el glamour que el humorismo despliega ante sus ojos. Se muere de envidia, el vegetariano corderito. Prueba el cigarrillo. Lo devuelve. Armanda y Julia vuelven a las palabras. La Boba se queda sola, eventualmente se levanta.

Nena Boba: Chau, amorosa.
Armanda le coquetea insolente como una fiera y le clava los ojos como dientes. La presa comprende: se aleja en su vestido de plumas mojadas.

The Arm Man corre el velo del pasillo.



The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Cuatro: Preludio Irrisorio al Desastre




Al salir, la mañana se les abrocha al cuero y ellas se ponen los anteojos oscuros. Esperan el 59.
Hablan de los Hombres Humo y de los Niños Adorables. Desvirtuan la seriedad enseguida.

Armanda: Si me seguís agrediendo te muerdo un pezón.
Julia: No digas Pezón. Pezón es una palabra que no merece ser dicha.
Armanda: Claramente.
Julia: No entiendo por qué la gente decide ponerle a cosas tan comunes nombres que no te da ganas de decirlos, desde el vamos. PITO.
Armanda: Viene ÉL -que se derrite de lo lindo y hombre que es- y de repente te acordás de que eso que tiene ahí, se llama PITO.
Julia: P-I-T-O.
Armanda: Increible. Ni hablar de "Concha".
Julia: Yo deje de decir "La concha de la lora" por eso. Horrible. Ahora digo "La puta madre" o "Qué carajos!"
(Nota: Repetimos. Ella dice "Qué Carajos!")
Armanda: Eso porque queres ser una bibliotecaria malagarrada. Seguí así y te vas a dar cuenta de que llegaste cuando encuentres mi libro en la última estantería.

Viene el 59. Sospechamos que aquí es donde la realidad se cierra en una bisagra. En alguna grieta de la historia, descubren la morada del guionista.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

Trabajo de Campo (Interludio I)

Hace años Armanda contaba que le gustaba sentarse en ciertos lugares del colectivo, que funcionaban como gradas. Y desde ahi, la deleitaba apreciar el acontecer del espectaculo de la humanidad, peleandose por protagonismo, en una cápsula para sardinas.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Cinco: The Black Lodge


Para desarrollar esta escena debe contarse con:
- Un colectivo medio lleno, con una de esas partes traseras donde no hay puerta y el pasillo es mínimo.
- Un señor sin camiseta y con pelos en el pecho.
- Una señorita con vestido morado corto y plataformas, levemente alicorada.
- Un chico con cresta decolorada y piercing fosforescente en el labio, arduamente alicorado.
- Una enana.

Julia siente asco. La puta realidad le escupe en los ojos y el Hombre Pectoral le lanza un hilo invisible que pesca su mirada y la ata a lo desagadable de la palabra Pezón otra vez. La Chica Morada se engrude a los pelos siniestros del Hombre Pectoral.

Armanda: No lo mires.
Julia: Me quiero bajar.
Armanda: Y ahora no lo mires, en serio, porque ella se está resbalando en su pecho.
Julia: Me quiero bajar.

Sin previo aviso, el Muchacho Penacho expele su bilis y sus hormonas sobre el piso.
Armanda se contorsiona. Fantasea con un objeto punzocortante que le atraviese el estómago al vómito humano que vomita enfrente suyo.

Julia: No lo mires.
Armanda: (caras)
Julia: No. Ya. No mires detrás mío porque no la podés creer.

Armanda mira por detras del hombro de Julia. La Mujer Enana, alza algo como una "extremidad" al timbre y me muestra sus brazos marcados con fotos de cráteres marcianos; y es en esa contorsión de su brazo, (que Julia no ve) que la Mujer Enana pareciera amputada.


Armanda: Nos bajamos YA.

En la calle, Julia camina apurada; pisa con fuerza el pavimento, como si intentara romper el decorado a la mierda.

Julia: Cambien al guionista AHORA.
Armanda: Mátenlo.

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Seis: Los Desterrados









Esperan el 184. El Hombre Extra las interrumpe mientras concluyen que Lynch deberia conquistar el Mundo. (Aquí sospechamos que descubren al guionista a oscuras en su habitación, un brazo le rodea el cuello, y otro brazo le clava la hoja en la garganta.)

Hombre extra: Chicas, solo quiero decirles algo.
Armanda lo mira. Mira a Julia cómo esperando cualquier cosa.
Hombre Extra: Me encantan sus anteojos. (Se aleja)
Armanda: Si mis anteojos fueran perfectos, apenas lo miré deberían haberlo desintegrado.
Julia: -Esta Realidad es una mierda; pero la gente me viene a felicitar por lo bien que me veo. Y eso quiere decir que estoy haciendo las cosas MUY bien.

El telón se baja cuando suben al camuflado Delorean 184. En algún lugar de la historia, Bradbury saca la lapicera del estuche y aprieta el aire en un papel. Y en un colectivo.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Interludio II

Final











Armanda y Julia hablan de lo vagamente increíble de la noche. En el medio, vuelven a ser palabras los hombres que te quieren coger, y aquellos que quieren ser tus putas intelectuales.Que nos gustan los juegos sucios, es sabido, pero no nos aguantamos ni un poquito el desamor.

El Hombre Acido se sienta en ese asiento justísimo desde el cual le da la espalda al destino y la cara la espectáculo. Envuelto en un turbante que me recuerda a Las tres Sombrereras Locas de las 4 am. A dos metros, Julia cuenta una anécdota graciosisima en voz baja a los oídos de Armanda. El Hombre Acido comienza a reirse.




Julia: En realidad, puede leernos la mente telepáticamente y escucha lo que yo digo. Pero no lo que digo acá (señala con el dedo el espacio débil de delante de su boca) sino acá (traslada el dedo a su parietal derecho).
Armanda: Se está cagando de risa.
Julia: Me está escuchando.


El grupo sentado detrás de ellas, entra en complicidad con el Hombre Acido y juega a tirarse risas.


Hombre Acido: Perdón, señora.

La Mujer Sapo, con sus gafas color botella, arruga un culo entero en su cara. El Hombre no puede parar de reirse.


Armanda: Nos hicieron caso! Mataron al guionista.
(A dos metros) Hombre Acido: Prueben sentarse en esta parte del Bondi, se ve todo… Es una pelicula.
Julia y Armanda se miran, congeladas en una mueca de feliz vómito.


Julia: Dijo película.
Armanda: Dijo película. Ya fue. Compremos este Bondi.
Julia: No se puede creer.
Armanda: Habiamos quedado en que el porro no nos había pegado a ninguna de las dos. Y medio bondi se esta descostillando de risa ¿no?.
Hombre Acido: Yo estoy pensando en volver a Maipú y hacer todo el viaje otra vez.
Julia: Yo te dije que nos teniamos que tomar el 184.
Hombre Acido: (Riendo y hablandole a Armanda) Tenés colgadas llaves del cuello!.
Armanda: (Medio gritando) Si, una es la de mi casa y la otra de la realidad.
Julia: Tirá la segunda por la ventana. Ya fue, no nos sirve.
Hombre Acido: En serio, tomense una pepa alguna vez y sientense en este lado del Bondi, es increible.


Aquí el hombre vuelve a pedirle disculpas a la Mujer Sapo, quien se baja croando insolencias educadísimas.

Julia: Era obvio. Los extras siempre se quejan. Vos viste… lo mal pagos que están.

El Hombre Ácido hace referencia la exagerada longitud -según él- del dedo de su pie derecho.


Hombre Acido: (muriéndose) Chicas de los anteojos, de donde son?
Armanda: De acá. Del Bondi. Vivimos acá, a veces yo me siento de ese lado y ella de este.

El hombre Acido babea el nombre suyo que nunca recordaremos.
Julia y Armanda no paran de reir, hasta que es hora de bajar. Y no quieren. Pero se despiden, y saltan fuera de ese Delorean que no volveran a ver nunca más.

Armanda: Gracias, qué-buena-noche.
Julia: Gracias a vos, porque si no hubieras venido nada de esto pasaba. No nos daban los tiempos.





El gato de Chesire rasguña los hilos y cae el telón.
En la intersección cada una camina a casa. En la mano va cargado un puñal ensangrentado.

Obituario de Domingo: Muere Acribillado Mediocre Guionista.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

viernes, 18 de diciembre de 2009

Gajes del oficio








Una gota de sangre en MTV. Un cadáver conectado a Internet. Mona Lisa llorando en el jardín. Un licor de cianuro. Muera el futuro. Pasado mañana es ayer. La enfermedad del corazón tan mortal, tan eterna, tiñe de amargura la aventura del yo: peligros de la vida moderna.
Una secta de hermanos de Caín. Una lágrima por ordenador. Aguafuertes del muro de Berlín. Pasarelas de hielo, para modelos violadas por Christian-Dior.
Tragicomedia musical. Cementerio de besos. Hoy, a la deriva, por la General Paz, naufraga el galeón de los excesos.
Filosofías de arrabal. Mártires del rock and roll, discutiendo, entre las piernas del dolor el álgebra de la vida moderna.
Y al final nunca sé como empezar a decirte a gritos
que necesito
más que respirar,

que necesito
ESCAPAR
[escapar]
[escapar]
[escapar]
[escapar]






del purgatorio de sobrevivir,


hasta el año dos,
hasta el año tres,
hasta el año diez,
hasta el año cien mil.


[La soledad
es la ecuación
de la vida moderna.]

domingo, 6 de diciembre de 2009

Estroboscopio


Exhalando el aire, aguanta. Subiendo las escaleras mecánicas en estación Lima, sonríe y aguanta. (Siempre que esas escaleras la suben, piensa que debería tener una cámara de filmar. Siempre que asciende a esa hora y ese árbol baila con el Ritz en sus pupilas, cierra los ojos y los abre como convirtiéndose en obturador, como haciendo correr una 16 mm. Sabe que nadie ha visto eso. Nadie lo ha visto y respirado como ella. Cuando esas escaleras la suben, mira de reojo al lobo y se muere de sonrisas frente a su boca burbujeante).


Abre la puerta y es obvio que sus muecas alegres son naturalmente a propósito. Y si es agradable, es obvio que es porque busca un beso.








Si no es en el café que te comparto, en las letras que te leo, en la musica que grabo en tus oídos, entonces ¿dónde?. ¿Dónde me refugio de tanta insolencia si no es en el abrazo que te doy?

Me estoy almidonando como hoja de libro viejo. Claro que temo que sea el precio de mi paciente exhalación. Pero aguanto.




A veces me despierta como un obturador y me cierra, mi inhumana tolerancia.


Son los párpados y de pronto, el fotograma: mi paciencia me da vértigo.




Luego el agua, y el silencio.

martes, 1 de diciembre de 2009

Escribir a oscuras

Reconozco el punto de quiebre, ese Hoy, ahora, ya, en donde el mundo se me viene al humo con su aliento fétido; y así, con un grito ahogado quiere borrar todas las flores del porvenir.
Resistir, quebrando el quiebre.
Temo reconocer aquí la llave dando cuerda a la caja de miedos y miserias, donde todos parecen haberse acomodado alguna vez.

Yo no quiero vivir esto.
No quiero vivir esto.
No.
No quiero.


Espectante, con el pulgar sobre el click de la luz, aguardo los sonidos, deseo el silencio. Me calma el ronroreo de la ciudad que está viva allá fuera. En mis sienes se agolpan los caballos y las ideas.
Floto, levito, y en mis pies una larga cadena me casa con el suelo que me evita.

Color ballena el cielo me humilla en mi propia cara.


Yo sólo quiero el silencio. Que a todo el mundo se le caigan
las
palabras
en la vereda.

domingo, 18 de octubre de 2009

Sh

Escena uno: conversar lo inconversable, pretendiendo seriedad.







El muy insolente (estupidamente insolente) mueve la boca.

- Nada de esto es real. Yo no soy el que soy para vos. No soy el que soy para mi. No soy. Lo que vos crees que soy, no existe. Yo, no existe.


Aqui vamos otra vez. ¿Quien no es estupidamente existencialista de vez en cuando? Yo dudo de todo.
No lo convierta en discurso conmigo, corazón. Porque en voz alta, lo hace Mundo, Carne, Física y Química (la misma de la epidural que le inyectaron a su Señorísima madre para que no se desangre de dolor al parirlo).
Todo esto puede ser una nebulosa de pura nada?. Todo esto es mucho más que "todo esto". Y es la nada, desde mucho antes. ¿A mi que carajos me importa? Mis entrañas se empeñan en proyectar una pelicula en mi garganta. ¿Qué les digo?
"Ey, nena, deja de patalear! ¿no ves que no existís?".
No les digo nada. No hay nada- que decir (?) . (Risas)



(En todo caso, mi no-ser es lo único que tengo)




Como Yo-no-sos, como Vos-no-soy, como el mundo-no, nada-nada-nada y la reputisima nada, hagamos esto:





SILENCIO.

No mueva esa boca. Refugiese en una caverna y dedique el resto de su (no) existir a diferenciar las platónicas sombras en la piedra.



O, claro, siempre está la posibilidad de que se sueñe: una navaja, un tren o un décimo piso.


Pero no. Está ud. aqui. Trabajando Ad-honorem en el surrealmundo. Para no creer en nada... cuánta saliva que gasta en vano!. Increíble esfuerzo. Frente a mi moviendo la boquita como un idiota insolente.



Esa "unidad" que niega, el único juego de realidad posible, está en lo ELEGIDO.
De todo el mar de murmullos acumulados de todas las hablas de la historia, ha elegido esas palabras y HACER eso. Ahí es donde sos (o no sos, da igual). Ese es el único plano real donde puede poner a jugar a sus (y mis) idealistas concepciones de la realidad.
Esos son los hechos. Que entre miles de posibilidades abstractas haya elegido ESA. Y no ESTA. Ahi justito, es en donde claramente Yo no soy Vos ni lo seré nunca.




No me tire a la cabeza sus ladrillos conceptuales, niño. Estoy soñando que juego a existir,
( créame, no le conviene despertar a los sonámbulos )
y
noquiero

perdereltiempo



en
las
bostezadas
REGLAS.

Lindo, hacé el favor, callate y vení a la cama.


(esto se acaba se acaba se acaba seacabarápido)

Idealista

ACÁ EMPIEZA

Los datos objetivos son como siguen.

Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios

Y AHÍ SE ACABÓ, OK?


{La Soledad no es de ningún modo algo extraño y raro, algo sólo peculiar de seres solitarios como yo, sino la realidad ineludible que está en el corazón mismo de toda existencia humana} Decía Wolfe.
No les voy a pedir que me dejen tranquila. No voy a exigir que se callen, ni que me devuelvan MI puta paz. Porque eso sería como pedirles una soledad, que nunca perdí. No voy a negar que estaría bueno
que bajen el volumen del murmullo fotocopiado y traten a mi soledad con menos solemnidad.






Cosas recomendables para hacer en vez de: Tocarse.





Cambio y fuera, Houston.



jueves, 15 de octubre de 2009

Ser qué



Cuando jugar




a vivir
(único metodo realista para existir)
se convierte en





privilegio.











lunes, 12 de octubre de 2009

(Como si no pasara nada) Debajo está Alejandra




(Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.)


y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe

no
palabras
no hacen el amor

hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?

en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisbilidades?
ninguna palabra es visible.






Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
[Deseaba un silencio perfecto.]
Por eso hablo.


(y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo)



Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.










Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Muerden siempre menos de lo que ladran



Tanto bobo con pelotas de boutique.
Tanto discurso importado de tragedias musicales.
Tanto valiente marca curitas.
Y yo tan violenta.


Cagándome de risa.



(Cuando pasas depierto mucho tiempo, sin parpadear, ya nada te parece real - y sólo te queda el humorismo- Everything is far away. Everything is A COPY OF A COPY OF A COPY)

domingo, 13 de septiembre de 2009

Escribir



El fin del arte novelístico es, según él, Una conmoción total de la conciencia, conmoción que será la más plena apertura hacia el total enigma metafísico.


"Varias veces insinuó que estaba escribiendo un libro del que nadie iba a conocer nunca una página. En su testamento decidió que el libro se publicara en secreto hacia 1980, nadie debía saber que ese libro era suyo. En principio, había pensado que se publicara como un libro anónimo, después pensó que debía publicarse con el nombre de un escritor conocido, atribuir su libro a otro, el plagio al revés, ser leído como si uno fuera ese escritor. Por fin decidió usar un pseudónimo que nadie pudiera identificar. El libro debía publicarse en secreto, le gustaba la idea de trabajar en un libro pensado para pasar inadvertido, un libro perdido en el mar de libros futuros, la obra maestra voluntariamente desconocida, cifrada y escondida en el porvenir como una adivinanza lanzada a la historia"













El pensar es algo que se pude narrar como se narra un viaje o una historia de amor, pero no del mismo modo...

.

Toda historia es la de Tolstoi







“Comprendí muy bien lo que decían acerca de los azotes y del cristianismo. Pero quedó completamente oscura para mí, por aquel entonces la palabra su, por la que pude deducir que la gente establecía un vinculo entre el jefe de las caballerizas y yo. Entonces no pude comprender de modo alguno en qué consistía aquel vínculo. Sólo mucho después, cuando me sacaron de los demás caballos, me expliqué lo que significaba aquello. En esa época, no era capaz de entender lo que significaba el que yo fuera propiedad de un hombre. Las palabras mi caballo, que se referían a mí, a un caballo vivo, me resultaban tan extrañas como las palabras: mi tierra, mi aire, mi agua.

“Sin embargo, ejercieron una enorme influencia sobre mí. Sin cesar, pensaba en ellas; y sólo después de un largo trato con los seres humanos me expliqué, por fin, la significación que les atribuyen. Quieren decir lo siguiente: los hombres no gobiernan en la vida con hechos, sino con palabras. No les preocupa tanto la posibilidad de hacer o dejar de hacer algo, como la de hablar de distintos objetos, mediante palabras convencionales. Tales palabras, que consideran muy importantes, son, sobre todo: mío o mía; tuyo o tuya. Las aplican a toda clase de cosas y de seres. Incluso a la tierra, a sus semejantes y a los otros caballos.

“Además, han convenido en que uno sólo puede decir mío a una cosa determinada. Y aquel que puede aplicar el termino mío a un número mayor de cosas, según el juego convenido, se considera la persona más feliz. No sé porqué las cosas son de este modo; pero me consta que son así. Durante mucho tiempo, traté de explicarme esto, suponiendo que redundaba en algún provecho directo, pero me resultó inexacto.

“Muchas personas que me llamaban su caballo ni me montaban siquiera; y, en cambio, lo hacían otros. Tampoco eran ellos los que me hacían bien, sino los cocheros, los herreros y, por lo general, personas ajenas. Posteriormente, cunado hube ensanchado el círculo de mis observaciones, me convencí de que no sólo respecto a nosotros, los caballos, el concepto mío no tiene ningún otro fundamento que un bajo instinto animal, que los hombres llaman sentimiento o derecho de propiedad. El hombre dice: “mi casa”; pero nunca vive en ella. Tan sólo se preocupa de construirla y de mantenerla. El comerciante dice: “mi tienda”, “mi pañería”, por ejemplo; pero no utiliza la ropa del mejor paño que vende en ella. Hay gentes que llaman a la tierra “mi tierra”, pero nunca la han visto y jamás la han recorrido. Hay hombres que llaman a algunas mujeres “mi mujer”, “mi esposa” y, sin embargo, éstas viven con otros hombres. Las gentes no buscan en la vida hacer lo que ellos consideran el bien, sino la manera de poder decir mío del mayor numero posible de cosas. Ahora estoy persuadido de que en esto estriba la diferencia esencial entre nosotros y los hombres. Por tanto, sin hablar ya de otras prerrogativas nuestras, sólo por este hecho podemos decir, con seguridad, que entre los seres vivos nos hallamos en un escalón más alto que los hombres.
La actividad de los hombres, al menos de los hombres con los que tuve trato yo, se traduce en palabras, mientras que la nuestra se manifiesta en hechos.”







(What they said about flogging and Christianity I understood well enough, but I was quite in the dark as to what they meant by the words "his cold," from which I perceived that people considered that there was some connexion between me and the head groom. What the connexion was I could not at all understand then. Only much later when they separated me from the other horses did I learn what it meant. At that time I could not at all understand what they meant by speaking of *me* as being a man's property. The words "my horse" applied to me, a live horse, seemed to me as strange as to say "my land," "my air," or "my water."
But those words had an enormous effect on me. I thought of them constantly and only after long and varied relations with men did I at last understand the meaning they attach to these strange words, which indicate that men are guided in life not by deeds but by words. They like not so much to do or abstain from doing anything, as to be able to apply conventional words to different objects. Such words, considered very important among them, are my and mine, which they apply to various things, creatures or objects: even to land, people, and horses. They have agreed that of any given thing only one person may use the word *mine*, and he who in this game of theirs may use that conventional word about the greatest number of things is considered the happiest. Why this is so I do not know, but it is so. For a long time I tried to explain it by some direct advantage they derive from it, but this proved wrong.
For instance, many of those who called me their horse did not ride me, quite other people rode me; nor did they feed me - quite other people did that. Again it was not those who called me *their* horse who treated me kindly, but coachmen, veterinaries, and in general quite other people. Later on, having widened my field of observation, I became convinced that not only as applied to us horses, but in regard to other things, the idea of mine has no other basis than a low, mercenary instinct in men, which they call the feeling or right of property. A man who never lives in it says "my house" but only concerns himself with its building and maintenance; and a tradesman talks of "my cloth business" but has none of his clothes made of the best cloth that is in his shop.
There are people who call land theirs, though they have never seen that land and never walked on it. There are people who call other people theirs but have never seen those others, and the whole relationship of the owners to the owned is that they do them harm.
There are men who call women their women or their wives; yet these women live with other men. And men strive in life not to do what they think right but to call as many things as possible *their own*.
I am now convinced that in this lies the essential difference between men and us. Therefore, not to speak of other things in which we are superior to men, on this ground alone we may boldly say that in the scale of living creatures we stand higher than man. The activity of men, at any rate of those I have had to do with, is guided by words, while ours is guided by deeds)

Los Rusos que se comen mis neuronas







“Yo estaba limpiando la pieza, al dar la vuelta, me acerqué al diván y no podía acordarme si lo había limpiado o no. Como esos movimientos son habituales e inconscientes no podía acordarme y tenía la impresión de que ya era imposible hacerlo. Por lo tanto, si he limpiado y me he olvidado, es decir, si he actuado inconscientemente, es exactamente como si no lo hubiera hecho. Si alguien consciente me hubiera visto, se podría restituir el gesto. Pero nadie lo ha visto o sí lo ha visto inconscientemente, si toda la vida compleja de tanta gente se desarrolla inconscientemente, es como si esta vida no hubiera existido".




Así la vida desaparece transformándose en nada. La automatización devora los objetos, los hábitos, los muebles, la mujer y el miedo a la guerra.

"Si la vida compleja de tanta gente se desenvuelve inconscientemente, es como si esa vida no hubiese existido".

Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir que la piedra es piedra, existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento; los procedimientos del arte son los de la singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción. El acto de percepción es en arte un fin en sí y debe ser prolongado. El arte es un medio de experimentar el devenir del objeto: lo que ya está "realizado" no interesa para el arte.





Autobiografía de encargo



Supongan ustedes que yo nací, desde chiquito, en una casa de modistas y supongan también que en aquel tiempo, como hoy, había cosas, no todas, que se hacían a prueba, se daban a probar; y que en tal casa había una salita ahondada de espejos para probar las clientas los nuevos vestidos. (Creo que un índice científico del grado de felicidad de una época y comunidad es el mayor número de cosas que se acostumbra “dar a probar” y no sé si hoy, me parece que sí, son más que las que disfrutábase en mi juventud.)

En aquel tiempo, puesto el vestido, la persona se veía un poco menos que antes; ahora ese menos verse la persona ha aumentado, menos menos; casi el vestido no tiene nada que ver con esto de cubrirse, con la ventaja ¡increíble de que se ve la persona y el vestido. (Alguna vez estudiaré cómo el desnudo se reduce a ser modestamente un escote totalitario simultáneo o la suma de todos los escotes sucesivos inocentes posibles a una sola persona).

Hasta la edad de seis años, yo entraba y salía (hoy no hubiera salido) de la salita de pruebas y ninguna de las clientas me veía, veía que yo andaba viendo. Todo fue descubrirse en casa que yo había cumplido los seis años (yo no creía que se le conociera a nadie en la cara; ¿cómo se sabe?) para prohibírseme la entrada bajo pretexto de que yo antes veía y ahora miraba. Pero saqué de ello el provecho de una gran inclinación por las matemáticas en punto a curvas y ángulos.

A los siete años ya aprendí a venirme abajo de un balcón y llorar en seguida; el golpe no me desconcertaba; no me acongojaba antes de llegar al suelo cuando todavía no tenía utilidad el llorar ya.

Fue demasiado grave para un principiante: caí diez metros seguidos, orientado en perfecta vertical y sin entretenerme nada en el trayecto como siempre se me ha recomendado en los “mandados”: todo lo hice sin ayuda, 10 metros para piernas de 7 años es mucho siendo uno solo el que se cae y además los matemáticos no lo aprueban ni quieren creerlo por la desproporción de metro por año. Tan grave fue que no es seguro que yo exista después de ella y de tiempo en tiempo los diarios anuncian mi defunción porque, algún cronista ha oído en conversación que hace cuarenta años me tomé de la baranda de la vertical durante diez metros continuos.

(El suelo, que está dondequiera que un porrazo se completa y que, buen compañero, no falta a nadie en la caída, es la altura nunca menospreciada de un aviador de piso, como yo. Esos navegantes del aire que se lanzan afanosos a lo alto como si se propusieran volver a fumar el humo del cigarrillo exhalado momentos antes, harían algo análogo a lo que recientemente me aconteció a mí cuando caminando con un amigo tropecé, mientras le hablaba, tan violentamente hacia adelante, que alcancé las palabras que acababa de pronunciar: me oí a mí mismo y tuve oportunidad de corregir un cierto gran disparate comenzado en ellas).

Ejecuté tan bien el venirse abajo que se me atribuyó vocación especial y en el barrio cuando algún chico por descuido pudo caerse, viéndole todos al borde de un balcón vacilando, corrían a mi casa a buscarme para que yo tomara por él el encargo de la caída. Mis chichones sobresalían no sólo en el cuerpo sino en el barrio; aun entre tumefacciones, ya de por sí relevantes, las mías sobresalían y en chichonería comparada era yo persona de fama.

Mi norma, en fin, era: empezar con caídas, la maestría de equitación, pero, de caballos chicos.

Como escribo bajo la depresiva inseguridad de existir, basta por hoy de una literatura quizá póstuma; soy más prudente que Mark Twain, el otro solo caso (*).









(*) Un mérito excelso en Twain es que fuera tan jovial a pesar del terrible infortunio en que vivió todos su años después de la edad de ocho, cuando bañándose con su hermano mellizo y en extremo parecido, ahogóse uno de los dos sin que nunca haya podido saberse cuál.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Eso que escuchaste




Leo mientras el conductor navega por la ciudad. Leo ese párrafo.
Giro la cabeza como girando fotogramas y ahí estamos.
Desnudos sobre el colchón, y yo que te digo que sos un idiota.
Por la misma razón que Armanda se burla de Harry.
O Julia miró con odio a Winston.




(Recortados
de lo ordinario
un ratito.

Con vos,
con vos,
no con otro.)





Porque (allá, en el colchón) te estoy queriendo.