domingo, 14 de marzo de 2010

El pecado de Tocar

Mira pero NO toques...

Toca, pero NO pruebes...

Prueba, pero NO tragues...






pd: Te quiero.

miércoles, 10 de marzo de 2010


Mezclo los pronombres en una ensaladera. Y se me sale el síntoma, como alarma, como memoria en la piel que niego estos días. Mi oculta estrategia es distraerme, y justo ahí, en el albor del blanco mental que me niega, el golpe: voy buscando (mientras escapo de ellas) las imágenes de esa que yo era allá, y que soy, aquí dormida.

Se suceden una a una, y hasta puede sentirse la brisa mecánica, en este constante fluir tosco de imágenes; como si viniera yo dentro de un tren y mi ojo sufriera y disfrutase el devenir cromático de ese afuera.

Soy Yo. Es ella agachando la nariz y buscando una planta. Soy yo comentando en voz alta el decálogo para disfrutar una soledad incalculablemente extraña, y de imposible clasificación.

Se repetía, una y otra vez, que “esto era necesario”, que habia que renunciar. El amor absoluto no existe, linda… me dijo (creo) una vez. “Te quiero mucho” “Te adoro mas que a nada”. El amor se mide en palabras, pero no es absoluto. El valor, está en la ensaladera. Ahí donde se mezclan las personas, los lugares, las palabras, las historias contadas por las personas sobre los lugares, y otras personas, en palabras sobre otras palabras. El valor del amor es relativo, y es un arte. La ensalada es infinita.

Ahí aprendí, con ella desdoblada frente a mi, pidiéndome piedad y alargándome en una mano su silencio. Yo me acercaba a mi misma, con voz alta, el Principio del Humilde Silencio.

Fueron días de intensa velocidad apagada. Los ruidos de la casa y el estómago, la ruta, el sótano y las cartas al medio dirigidas a Buenos Aires, y el dolor de muelas mientras se asfixiaba el sol de a poco. Cuando se aprende algo sublime, es como volver al punto cero. Pero sin volver. Una vez aprendido algo, hay que seguir. La perfección es absurda, pero es el motor. El motor invisible y latente de toda evolución.

Y no hay manera de explicarlo. Lo intento, por terca, y como homenaje imposible a alguien indescifrable y hermoso, que era yo regalándome en una mano el silencio a mi misma.

Duró un segundo.

Me extraño. “Es que todo ha sido tan intenso. Y yo con este cuerpo que es uno solito” Escribí.

Ahora, además, tengo un cuerpo a la mitad, alargándome en una única mano el ruido y las luces.

Ella se ha ido a dormir en una nuez perdida en algún lugar.