jueves, 31 de diciembre de 2009

Espantando los pájaros del Nuevo Año









Mi abuela (que no era tuerta) me decía:

Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!
No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehuye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:
La vida —te lo digo por experiencia— es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!...
La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.
Por eso —aunque me creas completamente chocha— nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.
¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!

sábado, 26 de diciembre de 2009

The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Uno: Everything in its wrong place




-Esta Realidad es una mierda - decía Julia en medio de la aventura- pero la gente me viene a felicitar por lo bien que me veo. Y eso quiere decir que estoy haciendo las cosas MUY bien .




Armanda se sube al 71 como subiendo el telón (sin saberlo). El hombre Tourette se sienta a su lado, y a la velocidad de la luz le pregunta:
-QuéhoraES?
-Las dos de la mañana en punto.

Luego el hombre Tourette grita palabras como "Mami", chifla, se arranca incoherencias de la boca y las pega por una milesima de segundo en el aire denso de la noche que el colectivo interrumpe a cada rato. Freak Show Sres. Funcion Especial: "La noche que matamos al guionista". Baja el telón.

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Dos: Non Smokers die everyday.




El taxi tiene un cartel que prohibe en tres idiomas. NO FUMAR. NO SMOKING. Y el tercero que Armanda no entiende. Pregunta. El taxista la corrige tres veces con la pronunciación, hasta que ella se le muere de risa en la cara.
- ¿Sabés por que te reís?
- Porque soy idiota, señor.
- Mirá, no te hablo más.
- No, digame, que sino ¿como aprendo algo?
- (Casi grita) ES EN GUARANI!.



Julia y Lucresia compran cigarrillos en Avenida Santa Fe, rodeadas de un calor de goma. Las tres Sombrereras esperan detrás, envueltas sus cabezas en bufandas.
Armanda quiere recordar una linea y se traba. Julia la mira, con esa sonrisa macabra de quien tiene buena memoria.
- "Silly Hats ONLY". (Risas)


Cuasimodo y los 40 ladrones cierran el telón.

Capitulo 1

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Tres: Lobo atado, Cordero suelto.





La habitación condensa una humedad inexplicable; Mr. Jackson suena en los altoparlantes con un delay de segundos que se pegan en el cuerpo de todos los presentes. Somos un pastiche de realidad, una alucinación, un espejismo nocturno de ruta al sol quemante de Diciembre.
La nena Boba cruza su brazo por sobre Armanda y toca a Julia. Arranca un diálogo incomprensible. L aboba no tiene idea de a quien se está dirijiendo, por eso la ausencia de miedo. Julia y Armanda desprenden baba de la boca y de la yugular. Un cordero suelto se ata a las fauces de los lobos.

Nena Boba: - ¿Te podés parar por favor? NECESITO ver tu estilo.
Julia: Me duelen los pies.
Nena Boba: - Ah! ¿Estuviste bailando mucho?
Armanda arma un cigarrillo, con impaciencia, con ansiedad. (Con un deseo en el fuero interno, de patearle la cabeza al cordero y comerselo).
Nena boba: ¿Me das un poco?
Armanda: No es un porro. (Se lo alcanza... como miel para moscas se lo pone entre los dedos).

La nena Boba piensa que su vestido no vale el glamour que el humorismo despliega ante sus ojos. Se muere de envidia, el vegetariano corderito. Prueba el cigarrillo. Lo devuelve. Armanda y Julia vuelven a las palabras. La Boba se queda sola, eventualmente se levanta.

Nena Boba: Chau, amorosa.
Armanda le coquetea insolente como una fiera y le clava los ojos como dientes. La presa comprende: se aleja en su vestido de plumas mojadas.

The Arm Man corre el velo del pasillo.



The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Cuatro: Preludio Irrisorio al Desastre




Al salir, la mañana se les abrocha al cuero y ellas se ponen los anteojos oscuros. Esperan el 59.
Hablan de los Hombres Humo y de los Niños Adorables. Desvirtuan la seriedad enseguida.

Armanda: Si me seguís agrediendo te muerdo un pezón.
Julia: No digas Pezón. Pezón es una palabra que no merece ser dicha.
Armanda: Claramente.
Julia: No entiendo por qué la gente decide ponerle a cosas tan comunes nombres que no te da ganas de decirlos, desde el vamos. PITO.
Armanda: Viene ÉL -que se derrite de lo lindo y hombre que es- y de repente te acordás de que eso que tiene ahí, se llama PITO.
Julia: P-I-T-O.
Armanda: Increible. Ni hablar de "Concha".
Julia: Yo deje de decir "La concha de la lora" por eso. Horrible. Ahora digo "La puta madre" o "Qué carajos!"
(Nota: Repetimos. Ella dice "Qué Carajos!")
Armanda: Eso porque queres ser una bibliotecaria malagarrada. Seguí así y te vas a dar cuenta de que llegaste cuando encuentres mi libro en la última estantería.

Viene el 59. Sospechamos que aquí es donde la realidad se cierra en una bisagra. En alguna grieta de la historia, descubren la morada del guionista.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

Trabajo de Campo (Interludio I)

Hace años Armanda contaba que le gustaba sentarse en ciertos lugares del colectivo, que funcionaban como gradas. Y desde ahi, la deleitaba apreciar el acontecer del espectaculo de la humanidad, peleandose por protagonismo, en una cápsula para sardinas.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

Final

The night WE killed the scriptwriter / Capítulo Cinco: The Black Lodge


Para desarrollar esta escena debe contarse con:
- Un colectivo medio lleno, con una de esas partes traseras donde no hay puerta y el pasillo es mínimo.
- Un señor sin camiseta y con pelos en el pecho.
- Una señorita con vestido morado corto y plataformas, levemente alicorada.
- Un chico con cresta decolorada y piercing fosforescente en el labio, arduamente alicorado.
- Una enana.

Julia siente asco. La puta realidad le escupe en los ojos y el Hombre Pectoral le lanza un hilo invisible que pesca su mirada y la ata a lo desagadable de la palabra Pezón otra vez. La Chica Morada se engrude a los pelos siniestros del Hombre Pectoral.

Armanda: No lo mires.
Julia: Me quiero bajar.
Armanda: Y ahora no lo mires, en serio, porque ella se está resbalando en su pecho.
Julia: Me quiero bajar.

Sin previo aviso, el Muchacho Penacho expele su bilis y sus hormonas sobre el piso.
Armanda se contorsiona. Fantasea con un objeto punzocortante que le atraviese el estómago al vómito humano que vomita enfrente suyo.

Julia: No lo mires.
Armanda: (caras)
Julia: No. Ya. No mires detrás mío porque no la podés creer.

Armanda mira por detras del hombro de Julia. La Mujer Enana, alza algo como una "extremidad" al timbre y me muestra sus brazos marcados con fotos de cráteres marcianos; y es en esa contorsión de su brazo, (que Julia no ve) que la Mujer Enana pareciera amputada.


Armanda: Nos bajamos YA.

En la calle, Julia camina apurada; pisa con fuerza el pavimento, como si intentara romper el decorado a la mierda.

Julia: Cambien al guionista AHORA.
Armanda: Mátenlo.

The night WE killed the scriptwriter / Capitulo Seis: Los Desterrados









Esperan el 184. El Hombre Extra las interrumpe mientras concluyen que Lynch deberia conquistar el Mundo. (Aquí sospechamos que descubren al guionista a oscuras en su habitación, un brazo le rodea el cuello, y otro brazo le clava la hoja en la garganta.)

Hombre extra: Chicas, solo quiero decirles algo.
Armanda lo mira. Mira a Julia cómo esperando cualquier cosa.
Hombre Extra: Me encantan sus anteojos. (Se aleja)
Armanda: Si mis anteojos fueran perfectos, apenas lo miré deberían haberlo desintegrado.
Julia: -Esta Realidad es una mierda; pero la gente me viene a felicitar por lo bien que me veo. Y eso quiere decir que estoy haciendo las cosas MUY bien.

El telón se baja cuando suben al camuflado Delorean 184. En algún lugar de la historia, Bradbury saca la lapicera del estuche y aprieta el aire en un papel. Y en un colectivo.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Interludio II

Final











Armanda y Julia hablan de lo vagamente increíble de la noche. En el medio, vuelven a ser palabras los hombres que te quieren coger, y aquellos que quieren ser tus putas intelectuales.Que nos gustan los juegos sucios, es sabido, pero no nos aguantamos ni un poquito el desamor.

El Hombre Acido se sienta en ese asiento justísimo desde el cual le da la espalda al destino y la cara la espectáculo. Envuelto en un turbante que me recuerda a Las tres Sombrereras Locas de las 4 am. A dos metros, Julia cuenta una anécdota graciosisima en voz baja a los oídos de Armanda. El Hombre Acido comienza a reirse.




Julia: En realidad, puede leernos la mente telepáticamente y escucha lo que yo digo. Pero no lo que digo acá (señala con el dedo el espacio débil de delante de su boca) sino acá (traslada el dedo a su parietal derecho).
Armanda: Se está cagando de risa.
Julia: Me está escuchando.


El grupo sentado detrás de ellas, entra en complicidad con el Hombre Acido y juega a tirarse risas.


Hombre Acido: Perdón, señora.

La Mujer Sapo, con sus gafas color botella, arruga un culo entero en su cara. El Hombre no puede parar de reirse.


Armanda: Nos hicieron caso! Mataron al guionista.
(A dos metros) Hombre Acido: Prueben sentarse en esta parte del Bondi, se ve todo… Es una pelicula.
Julia y Armanda se miran, congeladas en una mueca de feliz vómito.


Julia: Dijo película.
Armanda: Dijo película. Ya fue. Compremos este Bondi.
Julia: No se puede creer.
Armanda: Habiamos quedado en que el porro no nos había pegado a ninguna de las dos. Y medio bondi se esta descostillando de risa ¿no?.
Hombre Acido: Yo estoy pensando en volver a Maipú y hacer todo el viaje otra vez.
Julia: Yo te dije que nos teniamos que tomar el 184.
Hombre Acido: (Riendo y hablandole a Armanda) Tenés colgadas llaves del cuello!.
Armanda: (Medio gritando) Si, una es la de mi casa y la otra de la realidad.
Julia: Tirá la segunda por la ventana. Ya fue, no nos sirve.
Hombre Acido: En serio, tomense una pepa alguna vez y sientense en este lado del Bondi, es increible.


Aquí el hombre vuelve a pedirle disculpas a la Mujer Sapo, quien se baja croando insolencias educadísimas.

Julia: Era obvio. Los extras siempre se quejan. Vos viste… lo mal pagos que están.

El Hombre Ácido hace referencia la exagerada longitud -según él- del dedo de su pie derecho.


Hombre Acido: (muriéndose) Chicas de los anteojos, de donde son?
Armanda: De acá. Del Bondi. Vivimos acá, a veces yo me siento de ese lado y ella de este.

El hombre Acido babea el nombre suyo que nunca recordaremos.
Julia y Armanda no paran de reir, hasta que es hora de bajar. Y no quieren. Pero se despiden, y saltan fuera de ese Delorean que no volveran a ver nunca más.

Armanda: Gracias, qué-buena-noche.
Julia: Gracias a vos, porque si no hubieras venido nada de esto pasaba. No nos daban los tiempos.





El gato de Chesire rasguña los hilos y cae el telón.
En la intersección cada una camina a casa. En la mano va cargado un puñal ensangrentado.

Obituario de Domingo: Muere Acribillado Mediocre Guionista.

Capitulo 1

Capitulo 2

Capitulo 3

Capitulo 4

Interludio

Capitulo 5

Capitulo 6

Interludio II

viernes, 18 de diciembre de 2009

Gajes del oficio








Una gota de sangre en MTV. Un cadáver conectado a Internet. Mona Lisa llorando en el jardín. Un licor de cianuro. Muera el futuro. Pasado mañana es ayer. La enfermedad del corazón tan mortal, tan eterna, tiñe de amargura la aventura del yo: peligros de la vida moderna.
Una secta de hermanos de Caín. Una lágrima por ordenador. Aguafuertes del muro de Berlín. Pasarelas de hielo, para modelos violadas por Christian-Dior.
Tragicomedia musical. Cementerio de besos. Hoy, a la deriva, por la General Paz, naufraga el galeón de los excesos.
Filosofías de arrabal. Mártires del rock and roll, discutiendo, entre las piernas del dolor el álgebra de la vida moderna.
Y al final nunca sé como empezar a decirte a gritos
que necesito
más que respirar,

que necesito
ESCAPAR
[escapar]
[escapar]
[escapar]
[escapar]






del purgatorio de sobrevivir,


hasta el año dos,
hasta el año tres,
hasta el año diez,
hasta el año cien mil.


[La soledad
es la ecuación
de la vida moderna.]

domingo, 6 de diciembre de 2009

Estroboscopio


Exhalando el aire, aguanta. Subiendo las escaleras mecánicas en estación Lima, sonríe y aguanta. (Siempre que esas escaleras la suben, piensa que debería tener una cámara de filmar. Siempre que asciende a esa hora y ese árbol baila con el Ritz en sus pupilas, cierra los ojos y los abre como convirtiéndose en obturador, como haciendo correr una 16 mm. Sabe que nadie ha visto eso. Nadie lo ha visto y respirado como ella. Cuando esas escaleras la suben, mira de reojo al lobo y se muere de sonrisas frente a su boca burbujeante).


Abre la puerta y es obvio que sus muecas alegres son naturalmente a propósito. Y si es agradable, es obvio que es porque busca un beso.








Si no es en el café que te comparto, en las letras que te leo, en la musica que grabo en tus oídos, entonces ¿dónde?. ¿Dónde me refugio de tanta insolencia si no es en el abrazo que te doy?

Me estoy almidonando como hoja de libro viejo. Claro que temo que sea el precio de mi paciente exhalación. Pero aguanto.




A veces me despierta como un obturador y me cierra, mi inhumana tolerancia.


Son los párpados y de pronto, el fotograma: mi paciencia me da vértigo.




Luego el agua, y el silencio.

martes, 1 de diciembre de 2009

Escribir a oscuras

Reconozco el punto de quiebre, ese Hoy, ahora, ya, en donde el mundo se me viene al humo con su aliento fétido; y así, con un grito ahogado quiere borrar todas las flores del porvenir.
Resistir, quebrando el quiebre.
Temo reconocer aquí la llave dando cuerda a la caja de miedos y miserias, donde todos parecen haberse acomodado alguna vez.

Yo no quiero vivir esto.
No quiero vivir esto.
No.
No quiero.


Espectante, con el pulgar sobre el click de la luz, aguardo los sonidos, deseo el silencio. Me calma el ronroreo de la ciudad que está viva allá fuera. En mis sienes se agolpan los caballos y las ideas.
Floto, levito, y en mis pies una larga cadena me casa con el suelo que me evita.

Color ballena el cielo me humilla en mi propia cara.


Yo sólo quiero el silencio. Que a todo el mundo se le caigan
las
palabras
en la vereda.