domingo, 17 de mayo de 2009

Dolores en diferido ó Cartas que no hablan de nada y dicen de todo



Como si fuera mas fácil así, trayéndote a la mente casi adrede, pero no... surge así...
Desconozco qué pensamientos te atan al cieloraso ahora, y me gustaría estar ahí, no para invadir los nudos de madera del techo, sino mas bien para ser una presencia accesible a tu mano, si asi lo necesitaras.
Pero la vida tiene otros planes, parece. Vamos a verlos con una sonrisa.

Me alegro de saberte fuerte, desde hace tiempo, de saberte humana... me alegro de que tarde quizás, pero muy bien seguro, te haya redescubierto.
Te quiero, eso me pasa, y las palabras se me vuelven toscas para hablarte de lo irreparable de algunas cosas. No tengo nada que decirte, sólo me queda el más honesto de mis abrazos, para que te agarres fuerte si el vendaval sopla fuerte alguna de esas noches de cieloraso, preguntas y nudos en la madera.
Me gusta tu sonrisa de medio lado, la fascinacion de tus telas de colores, tu tímida creatividad y tu adicción social al cigarrillo. Que no suene a zalamería, porque no lo es. Es mi forma de decirte que el mundo es tuyo.
El mío al menos, te lo comparto enterito, o de a partes, como quieras. Te doy el mejor de los paisajes que jamás vi, la mejor de las anécdotas que jamás viví, y con el mejor acento de los jamás escuchados te suelto (divertida, claro está) el te quiero mas sincero que jamás te dije.

Fuerza, fuerza fuerza, y cuando todo lo demas falle, acordate que del otro lado del espejo a mí me encanta lo que veo.

Cuidate, querete, y cuando y si lo deseas, me mandas las pestes que quieras, con lo que sea.


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